Aerógrafos : Limpieza y mantenimiento del aerógrafo

Para el correcto funcionamiento de nuestro aerógrafo debe estar siempre perfectamente limpio. No hace falta que le dediquemos una limpieza a fondo cada vez que cambiemos de color, pero siempre que terminemos de usarlo, debemos dejarlo libre de restos y manchas si queremos que no se deteriore con el paso del tiempo.

Cuando no limpiemos a fondo el aerógrafo, debemos llenar de agua el depósito donde echamos la pintura, y presionar le aerógrafo hasta que el agua que va expulsando salga perfectamente limpia. Es probable que tengamos que repetir el proceso varias veces hasta que el agua salga clara, pero pese a ser tedioso, es completamente necesario para evitar que la pintura se pegue a la aguja, dejando nuestra herramienta inutilizada.

Cuando vayamos a realizar una limpieza a fondo, tendremos que desmontar por completo el aerógrafo, aislando cada una de las partes para limpiarla individualmente. Antes de proceder a limpiar nuestro aerógrafo, conviene que tengamos muy claras sus partes, así como la forma correcta de montarlo y desmontarlo. Debemos fijarnos muy bien a la hora de desmontarlo, en qué orden lo hacemos para luego poder montarlo exactamente como estaba. Un buen ejercicio antes de nuestra primera limpieza, es desmontarlo y montarlo un par de veces, fijándonos bien en el proceso.

Dependiendo del tipo de pinturas que hayamos utilizado, usaremos unos productos de limpieza u otros:

  • Si son de base acuosa, utilizaremos simplemente agua y alcohol. (Acetona en su defecto).
  • Si estamos utilizando esmaltes, aplicaremos algún tipo de diluyente. Aguarrás universal o acetona son los más comunes y asequibles.
  • Si son barnices o algún tipo de marca concreta, tendremos que hacernos con su correspondiente diluyente, que tienden a subir bastante de precio.

Cuando hagamos nuestra limpieza a fondo, dejaremos cada parte del aerógrafo sumergida en dicho diluyente. Pese a dejar las piezas en el diluyente, el cuerpo del aerógrafo ha de quedar sumergido en agua únicamente, para evitar que se estropee la junta o piezas internas que obstaculicen el funcionamiento de nuestra herramienta.

Una vez los hayamos dejado un tiempo en remojo, iremos sacando cada una de las partes para proceder a limpiarla individualmente. Los accesorios con los que podremos llevar a cabo la tarea son los siguientes:

  • Cepillos dentales interproximales. Son aquellos que sirven para limpiar entre los dientes, dado que son articulados. Al tener esa capacidad, se pueden manipular mejor para limpiar las partes más pequeñas del aerógrafo. Podemos utilizar cepillos dentales viejos que no utilicemos, pero que estén completamente limpios.
  • Bastoncillos de algodón. De los que se utilizan para limpiar los oídos.
  • Papel de cocina.
  • Discos de algodón, de los que se utilizan para desmaquillarse.
  • Pinceles viejos, que nos servirán para acceder a zonas estrechas y recovecos.

Todos estos utensilios se utilizan con un poco del producto en el que los dejamos a remojo. Después de limpiarlos, tendremos que asegurarnos de secar muy bien cada parte, así como de que no haya restos o pelusillas.

A continuación, unas cuantas cosas que debemos tener en cuenta a la hora del mantenimiento de nuestro aerógrafo:

  • Disolventes agresivos. Pues acabarán por estropear las juntas de nuestra herramienta de resultar muy abrasivos.
  • A la hora de usarlo con las pinturas, crear una buena disolución, para que no sea muy espesa y queden restos que difícilmente podremos luego sacar de nuestro aerógrafo. Es preferible que la mezcla esté más diluida a que nos quede una mezcla demasiado densa.
  • Conviene utilizar un spray apropiado para la limpieza específica de este tipo de material.
  • Si quieres trabajar utilizando tu aerógrafo, debes perderle el miedo. Al ser un aparejo complicado y técnico, es muy posible que puedas llegar a romperlo o estropearlo, pero no por ello debes evitar desmontarlo o limpiarlo. Es importante que consigas realizar el mantenimiento del aerógrafo con total normalidad, con seguridad y sin miedo.
  • El diluyente más recomendado es la trementina, que es de lo menos abrasivo que encontraremos.

Una vez hayamos terminado de montarlo, es importante que tengamos muy claro el orden en que desmontamos las piezas, para repetirlo a la inversa, ya que si lo montamos mal sin darnos cuenta, podremos correr el riesgo de que comience a funcionar mal. Si dejamos una tuerca mal apretada, o la apretamos más de la cuenta, corremos el riesgo de estropear la aguja y necesitar recambios. Dependiendo de la marca, quizá no tengamos recambios para esa pieza, y tengamos que vernos obligados a adquirir un aerógrafo nuevo.

Como hemos podido comprobar, los aerógrafos son herramientas muy completas que consiguen grandes resultados en un gran número de ámbitos diferentes. Con rapidez y posibilidades, cada vez existe su uso en más campos. Pese a parecer algo muy técnico y complejo, luego todo se resume en práctica y experiencia, con lo que a la larga los resultados son más que satisfactorios.

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