El aerógrafo ha de cogerse como una pluma o
un bolígrafo, con el dedo índice sobre el gatillo. Debemos
procurar tener cuidado con la manguera del aire para que no pegue tirones del aerógrafo.
Cuando no lo usemos, es conveniente colocarlo en un soporte, que puede ser comprado o
construido por nosotros mismos. Lo único indispensable es que el aparato quede bien
sujeto, para evitar caídas.
Al principio, el uso del aerógrafo suele producir cierto miedo al
respecto, dado que el instrumento nos resulta en un primer contacto, algo difícil
y desconocido. Debemos, como todo, ejercitarnos en su uso para llegar a obtener
unos resultados adecuados.
Controlar la palanca de acción/gatillo para tener el trazo deseado es el primer
objetivo a plantearnos. Trazos controlados, puntos y líneas son el primer paso para
controlar el aerógrafo. Puede parecer poco interesante, pero resulta imprescindible para
luego llegar a trabajar cosas mucho más profundas. Se trata, por explicarlo de algún
modo, de intentar multiplicar sin saber sumar, por ejemplo. Dar con el modo correcto de
trazar una línea, sin manchas de pintura, con el grosor y la profundidad
adecuadas, no es tan fácil como suena sin práctica alguna. No ha de haber parones o
incorrecciones en el trazo de una simple línea recta.
Otro ejercicio sería hacer punteados hasta conseguir que éstos sean del
tamaño e intensidad adecuados, de menor a mayor tamaño, etc…
Para ir ganando seguridad en el manejo, rectas y curvas de distinto grosor nos
dará la destreza en las manos para luego poder añadirlos a dibujos más
complejos. Una posibilidad es hacer líneas a lápiz y tratar de seguirlas sin errores con
el aparato.
El tercer ejercicio que nos dará el toque de calidad a nuestro uso del aerógrafo es
el de los degradados. Procurar controlar el flujo de pintura que sale del
aparato, de más a menos y viceversa, nos dará un dominio mayor, dando diversas pasadas
hasta obtener la densidad de pintura deseada.
Los errores más frecuentes son:
- Que el aerógrafo esté demasiado cerca del papel, con lo que se corre la pintura,
emborronando la superficie a pintar.
- Que la pintura esté demasiado líquida, pues nos podrá llevar también a la formación
de borrones.
- Cuando falta presión de aire o la pintura esté demasiado espesa, se producirán
pequeñas salpicaduras echando a perder el trazo.
- Que la boquilla esté sucia puede llevarnos también a percibir salpicaduras en el
papel, con lo que la limpieza es importante.
- Irregularidades en el trazo, por falta de seguridad en el manejo del aerógrafo o, igual
que antes, por obstrucción en la boquilla.
- Si los trazos son demasiado anchos siempre, puede ser porque la aguja esté ya demasiado
gastada o la boquilla esté mal colocada.
- Equivocarse a la hora de escoger el aerógrafo. Escoger para algo muy realista un
aerógrafo de boquilla gruesa, por ejemplo. Hay que tener siempre en cuenta si un trabajo
se basa en detalles o en masa.
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